Es la cuantificación de la ubicación de un elemento o sistema en relación a un peligro concreto, de forma que lo hace vulnerable o susceptible de sufrir daños. La cuantificación se puede determinar también a través del número de elementos vulnerables de las diferentes tipologías expuestas al fenómeno. Debe tenerse en cuenta que en determinadas situaciones la exposición es inferior a la duración de la intensidad porque hay capacidad de aplicar medidas de autoprotección, a pesar de que a menudo el elemento vulnerable quedará expuesto al peligro durante todo el periodo de afectación.

Cuando se combina la vulnerabilidad y la exposición de forma que se está valorando o cuantificando no sólo la vulnerabilidad intrínseca, sino también la afectación efectiva al elemento vulnerable hablaremos de consecuencias. Por lo tanto, es posible que un elemento presente una vulnerabilidad intrínseca muy elevada, pero con un valor de exposición al fenómeno de peligro suficientemente pequeño como para obtener un valor final bajo respecto a las consecuencias. También puede pasar de forma inversa, es decir, una exposición elevada puede compensar una vulnerabilidad baja para generar un valor elevado en cuánto a las consecuencias.