Es la predisposición intrínseca de un elemento (persona, edificio, organización, sistema, ecosistema, municipio, etc.) a sufrir daños por motivo de un fenómeno de una intensidad concreta, es decir, ante un peligro concreto. Si se considera que el elemento puede sufrir daños, debe entenderse éste como elemento vulnerable o elemento especialmente vulnerable, en función de la respectivamente menor o mayor vulnerabilidad intrínseca.

Por ejemplo, las personas tienen diferentes grados de vulnerabilidad a las epidemias (unas mueren, otras resultan gravemente afectadas, otras ligeramente), por tanto, podríamos decir que existe una vulnerabilidad poblacional promedia. De la misma forma, las personas presentan diferentes vulnerabilidades para una misma sustancia tóxica en función de las características concretas de cada uno.  Lo mismo pasa con las edificaciones, ya que según su tipología presentan diferentes grados de vulnerabilidad a los terremotos, inundaciones, nevadas, explosiones, etc.

La vulnerabilidad también se puede considerar reversible o irreversible en función de si los efectos son o no permanentes. Así, las consecuencias mortales tienen que ser consideradas parte de la vulnerabilidad irreversible, mientras que los daños estructurales menores a un edificio (cristales rotos) son de vulnerabilidad reversible

Existen diferentes clases de vulnerabilidad:

  • Vulnerabilidad estructural: cuando sólo se considera la afectación a las estructuras, por ejemplo, en los terremotos.
  • Vulnerabilidad funcional: cuando se considera no solamente la estructura sino también la viabilidad del sistema. Por ejemplo, en un terremoto un hospital o una comisaria pueden resultar no afectados estructuralmente, pero pueden quedar no operativos (falta de luz, telecomunicaciones, etc.).
  • Vulnerabilidad orgánica: Cuando sólo se consideran las afectaciones en tanto que el número de muertos o heridos graves.
  • Vulnerabilidad social: cuando se consideran las afectaciones sociales (psicológicas) además de si hay muertos o heridos.

La vulnerabilidad que es más fácil de cuantificar es la estructural, y se puede expresar numéricamente como un factor comprendido entre 0 (sin afectación) y 1 (destrucción total del elemento vulnerable).

Un aspecto importante que cabe considerar en la vulnerabilidad es el que se denomina resiliencia. La resiliencia es la capacidad de recuperación o de regeneración de los sistemas o elementos vulnerables para volver al estado inicial o inmediatamente anterior a la afectación por el fenómeno. Por ejemplo, hay ecosistemas que tienen una gran capacidad de regeneración y otros que si resultan afectados pueden desaparecer. Socialmente también se puede comprobar que hay sociedades con una gran capacidad de volver a la normalidad después de ser fuertemente afectadas por algún fenómeno peligroso y otras que tardan años.

El elemento vulnerable es cualquier elemento o sistema (construcción, instalación, organización, servicio, persona, medio o territorio) que, una vez expuesto a un nivel de peligro concreto, es susceptible intrínsecamente de sufrir daños.