La prevención del riesgo es el punto básico en la lucha contra los incendios forestales. Las actividades tradicionales de agricultura y ganadería constituían en sí misma una política preventiva de los incendios forestales, ya que gestionaba las masas vegetales evitando, voluntaria o involuntariamente, las condiciones que favorecen los incendios forestales (continuidad de bosques, materia vegetal muerta ligera y pesada, especies vegetales más inflamables, etc).

La tradicional explotación de los bosques, zonas de monte y del entorno natural en general, permite una contención del peligro de incendio forestal. La agricultura, a través del cultivo de los campos, disminuye la proporción de masas forestales con respecto al conjunto del territorio y también reduce el combustible muerto ligero y el pesado (por ejemplo, cuando se emplea como leña en los hogares). La actividad ganadera permite, mediante el pasto de los bosques y los terrenos vegetales, disminuir la proporción de combustible muerte ligero, pero también el vivo y en general el sotobosque. Estas reducciones disminuyen las condiciones que favorecen los incendios forestales y, por tanto, el peligro de incendio forestal.

Sin embargo, el abandono de las actividades tradicionales ha provocado la desaparición de esta actividad preventiva de control de los incendios forestales.

En general, la existencia de bosques jóvenes con una gran densidad de pies (árboles) favorece los incendios forestales, y aún más cuando está ligada a una gestión deficiente o inexistente de los bosques (retirada de troncos caídos en nevadas, tormentas o vientos, y de material muerto pesado en general). Por otro lado, la gestión eficiente de los bosques pasa por su explotación y, por tanto, para el aprovechamiento económico. Es por ello que hay que encontrar actividades con valor económico ya que de otra forma no será posible una gestión de los bosques que, mayoritariamente, son de propiedad privada.

Actualmente se ha demostrado que ante los grandes incendios forestales conducidos por la meteorología adversa o los combustibles, los medios de extinción (bomberos, medios materiales terrestres y aéreos), sólo pueden resolver una pequeña parte del problema, cuando suponen un coste muy elevado para las administraciones. La solución de los gestores forestales se dirige hacia políticas de gestión de los combustibles, ya que si se modifican, pueden cambiar el comportamiento de los incendios. Hay tres estrategias para gestionar el riesgo de incendio, que son:

  • El aislamiento de los combustibles, es la estrategia más utilizada en todo y se materializa en la construcción de cortafuegos estratégicamente ubicados, con un ancho variable y que pueden limitar la zona geográfica de los fuegos. El objetivo es aislar los combustibles.
  • La modificación de los combustibles; dentro de cada unidad de tratamiento, se reduce la cantidad de combustible y se modifica su disposición estructural aumentando la discontinuidad y su nivel de compacidad en toda la zona. Produce un paisaje en mosaico. Se consigue reducir el impacto global de la incendio y aumentar la capacidad de extinción.
  • La conversión de los combustibles; se sustituye la vegetación peligrosa por vegetación menos inflamable, lo que hará disminuir su impacto en el comportamiento del incendio.

Los gestores del terreno disponen de varias técnicas para el tratamiento de combustibles, como son las quemas prescritas, los tratamientos mecánicos, el pastoreo controlado, etc. En Australia o América del Norte ha desarrollado desde hace años el uso extensivo de la quema prescrita. Comenzó a aplicarse en algunos países meditierranis europeos durante las últimas décadas y con frecuencia se aplica en zonas forestales tanto para la prevención como para la extinción de incendios, el objetivo es crear áreas de cortafuegos.

Para poder gestionar las emergencias de riesgo forestal es necesario conocer el peligro y la vulnerabilidad de las zonas sometidas a incendios forestales. La principal herramienta de previsión es la realización de mapas de riesgo forestal y mapas de peligro diario de incendio:

Mapa de riesgo de incendio forestal: integran dos tipologías de análisis:

  • Análisis estático del peligro: se estudian los factores que intervienen en la definición de peligro de incendio forestal y que son: vegetación, orográficos, climáticos e históricos.
  • Análisis de la vulnerabilidad: determina cuáles pueden ser los daños que pueden sufrir los elementos vulnerables en función de las características de los posibles incendios forestales.

El objetivo de este estudio es un mapa de riesgo que defina zonas del territorio que tienen mayor peligro de incendio y mayor vulnerabilidad. Debe ser una herramienta de uso para la planificación de la emergencia y para los planes de ordenación del territorio.

Mapa de peligro diario de incendio: Aparte del análisis estático del peligro de incendio forestal, la gestión del riesgo de incendios forestales hace imprescindible un análisis dinámico del peligro de incendio forestal diaria. Hay que tener en cuenta que la evolución del peligro de incendio forestal durante el año, peligro dinámico, depende de condiciones y factores que van variando a lo largo de los días y que son básicamente atmosféricos y meteorológicos: humedad, temperatura, viento, estado del combustible y otros.

El mapa de peligro diario, que es la herramienta para apoyar las decisiones que día a día se toman por cómo el movimiento de efectivos, coordinación con bomberos y protección civil, el aviso a las entidades territoriales, las autorizaciones para fuego, el aviso de peligro a la población, etc.

 

EC Joint Research Centre.
Mapa de previsión de peligro de incendio para Europa, 26 de julio de 2008