En este apartado presentamos de forma preliminar cuáles son las tipologías de riesgos que afectan más o menos a los diferentes ámbitos globales del mundo de acuerdo, aproximadamente, con las divisiones que establece la Estrategia Internacional para la Reducción del Riesgo de la Organización de las Naciones Unidas. Es una visión del riesgo muy básica y esquemática y se desprende de una simple observación de los fenómenos más recientes de acuerdo con el análisis histórico del riesgo.

África

La singularidad del continente africano en relación a los riesgos graves, deriva propiamente de sus singularidades estructurales, socioeconómicas y medioambientales (ecosistemas). La gran divergencia existente entre las latitudes más al norte respecto a las del sur, así como la existencia de amplias zonas desérticas y zonas selváticas genera divergencias importantes en la materialización del riesgo. Además, el hecho que coexistan grandes ciudades con culturas muy tradicionales y preindustriales, y zonas desarrolladas con las zonas más pobres del planeta, también genera un discontinuo en la presencia de los riesgos.

Asimismo, podemos considerar que los riesgos naturales tienen un tratamiento muy diferenciado respecto a otros ámbitos del mundo, ya que en el continente africano tienen mucha presencia los riesgos naturales de origen biológico (plagas y pandemias) y mucha menos incidencia los riesgos meteorológicos, más allá de las sequías y similares. Por lo que a los riesgos tecnológicos se refiere, son poco significativos, exceptuando los antrópicos.

Asia y América del Sur

Estos ámbitos del mundo se caracterizan por una combinación de zonas desarrolladas con zonas en vías de desarrollo y otras aún más empobrecidas. En estas zonas, por lo tanto, se combinan los fenómenos de grandes catástrofes naturales  con la incidencia de los riesgos de sociedad y, dentro de éstos, los tecnológicos.

Existe una muy importante incidencia de los riesgos naturales que aparentemente puede parecer de mayor intensidad por motivo de una mayor frecuencia de los fenómenos naturales, es decir, por un mayor peligro intrínseco. En la práctica, no obstante, el parámetro que más condiciona la existencia de estas grandes catástrofes es la mayor vulnerabilidad estructural de las sociedades y, especialmente, la mayor exposición a los fenómenos de peligro.

Un ejemplo sencillo es el de las catástrofes derivadas de desprendimientos del terreno que provocan muchas víctimas. Esta gran afectación se debe a la presencia de muchos elementos vulnerables y a su mínima protección ante el fenómeno, es decir, que a la vulnerabilidad intrínseca se le suma la exposición. Si el mismo fenómeno, el desprendimiento, lo situáramos en ámbitos desarrollados difícilmente encontraríamos ocupación por parte de la población de estas zonas de peligro y, por lo tanto, el fenómeno de peligro no tendría una afectación significativa.

Por otra parte, tanto en las zonas más desarrolladas como en las zonas en vías de desarrollo existen las denominadas megaciudades y, por tanto, los riesgos complejos característicos de estas ciudades.

Europa, América del Norte y Australia

Estos tres ámbitos territoriales tienen en común que son zonas desarrolladas y con una muy importante actividad industrial y tecnológica, a la vez que están sometidas a riesgos de sociedad y a riesgos naturales.

En el caso de los riesgos naturales (como veremos más adelante en el módulo de riesgos naturales de la unidad de análisis del riesgo) existen fenómenos de peligro de mucha intensidad en toda Europa, América del Norte y Australia, con diferencias entre las diferentes zonas indicadas y también internamente en cada una de ellas. No obstante, la vulnerabilidad de las estructuras y sociedades es más baja y también lo es la exposición. De esta forma, el valor final del riesgo es bajo a pesar de que el peligro sea elevado. Este hecho no implica que en determinados casos existan valores de riesgo elevado y se produzcan emergencias destacables.

Concretamente, en Europa existe una clara diferenciación de los riesgos entre la zona mediterránea y el resto de la Europa continental. Es por esta razón que cabe tener en cuenta las peculiaridades de los ámbitos insulares y de los países nórdicos y los más situados al norte.