El módulo “Riesgos Naturales” tiene como objetivo dar una visión conjunta de los riesgos naturales que afectan al mundo actual, sus características, su abasto y las principales medidas que se adoptan para minimizarlos.
En los primeros capítulos, concretaremos cuáles son los fenómenos naturales extremos o excepcionales que son fruto de estudio por parte de las administraciones y organismos encargados de dar respuesta y su afectación tanto espacial como temporal. Definiremos el concepto de riesgo, los elementos que lo componen y su análisis para medirlo y cuantificarlo.
El modulo hace un repaso sintético de los principales riesgos geológicos, climáticos, etc., así como de otros en los que interactúan el factor humano y el natural (inundaciones e incendios). Acabamos el módulo definiendo las principales herramientas que se utilizan para la gestión de los riesgos naturales; la previsión, la prevención y la mitigación.
En el módulo, podremos observar como los humanos conviven con el entorno natural que satisface sus necesidades, pero al mismo tiempo también puede generar desolación con la pérdida de vidas humanas y con la destrucción de sus asentamientos e infraestructuras.
Las actividades humanas pueden producir impactos ambientales que afecten al conjunto del medio natural, pero a la vez y de forma periódica también sobre la mayor parte de la superficie terrestre tienen lugar episodios de inestabilidad de origen natural que se convierten en catástrofes o desastres (naturales) en el momento que tienen incidencia sobre las sociedades humanas. De esta forma, ocupar un determinador espacio de la superficie terrestre conlleva un riesgo, hecho que hace de este una condición inherente en el ser humano (Olcina y Ayala, 2002).
El profesor del Departamento de Geografía Humanad e la Universidad de Murcia, Francisco Calvo García-Tornel en el artículo “Geografía de los riesgos”, correspondiente a la 54ª edición de noviembre de 1984 de la revista “Geocrítica”, menciona la doble relación entre la naturaleza y las sociedades humanas, basada en que la naturaleza que nutre a la humanidad de los recursos que requiere para su subsistencia desde el primer momento de su existencia (oxigeno, agua, alimentos vegetales y animales, cobijo en estructuras naturales, etc.) es la que genera fenómenos que derivan en condiciones de incapacidad de subsistencia y que, por tanto, son una amenaza directa (temperaturas extremas en los polos norte y sur y en las zonas desérticas, grandes inundaciones, seísmos, erupciones volcánicas, cenizas y polvos tóxicos, ausencia de oxígeno, etc.).
La relación humanidad – naturaleza no es una relación estable, pues el medio natural es cambiante e inestable y obliga a las sociedades humanas (como al resto de seres vivos) a adaptarse al medio y hacerlo de forma permanente, modificando la adaptación en respuesta a los procesos de cambio en la naturaleza. Este proceso de adaptación constante es una de las bases de la evolución de los seres vivos.
En el proceso de adaptación de las sociedades humanas a la naturalezas es donde se fija la exposición y vulnerabilidad de éstas en relación a los fenómenos extremos del medio natural. Una adaptación deficiente (construcción de edificios inestables) generará una gran exposición y vulnerabilidad (destrucción de los edificios en caso de movimientos sísmicos de intensidad media – alta) y por tanto el riesgo será mucho mayor.
En las últimas décadas se ha hecho eco, gracias a los medios de comunicación (globalización de la información), de multitud de catástrofes naturales alrededor del mundo que han provocado miles de muertos y daños materiales incontables. Este hecho ha provocado la sensación que los fenómenos naturales tienen lugar más frecuentemente y nos hace recordar nuestra vulnerabilidad y especialmente, nuestro elevado grado de exposición.
La vulnerabilidad de una sociedad dependerá de su adaptación al medio, que se traduce en una disposición de recursos y adopción de medidas preventivas para hacer frente a los fenómenos extremos que se producen en el territorio que ocupa.
Por todas estas razones se hace necesario reconocer cuáles son los riesgos naturales de cada territorio y la periodicidad con que se manifiestan, además de establecer los mecanismos adecuados para gestionar este conocimiento con medidas de prevención y mitigación de sus efectos. Un buen principio seria la ordenación territorial definiendo los diferentes usos del espacio.
El módulo concluye con un apartado dedicado a las conclusiones, otro en forma de breve cuestionario de evaluación de la comprensión de los contenidos y un apartado final dedicado a la bibliografia usada y a los enlaces de interés.