El riesgo se puede medir en términos cuantitativos o caracterizarlo de forma cualitativa. En referencia a los términos cuantitativos cabe decir que, de acuerdo con las formulas anteriormente presentadas, es posible obtener un valor numérico que determine el riesgo. En este caso hablamos de cuantificación del riesgo o de análisis cuantitativo del riesgo (también, análisis probabilístico). La cuantificación del riesgo se lleva a cabo mediante las unidades de los elementos afectados en relación a la unidad de tiempo en que se espera la producción del daño considerado (muertos/año, heridos/año, euros/año, etc.), Para poder comparar riesgos, pero, en ocasiones se utiliza el riesgo en referencia al número absoluto de elementos vulnerables expuestos. Por ejemplo, muertos/año/persona expuesta, heridos/año/personas expuestas o pérdidas monetarias/año/euros expuestos.
El resultado del análisis cuantitativo del riesgo es de forma habitual la obtención de líneas de isoriesgo o isócronas de riesgo, que representan la probabilidad anual de muerte, de resultar herido, de derrumbamiento de edificios, de pérdidas económicas concretas, etc.
Por ejemplo, conocida la frecuencia o probabilidad (una es la inversa de la otra) de un seísmo de intensidad VIII (escala MSK), calculada la mortalidad del conjunto de la población y conocido el número de elementos vulnerables expuestos, es posible obtener un número que cuantifique el riesgo.
Suponemos los valores siguientes:
- Probabilidad seísmo intensidad VIII: 1 / 500 años.
- Mortalidad población: 15% personas expuestas.
- Población expuesta: 120.000 personas
- Riesgo = 1/500 años x 15/100 muertos = 3 x 10E-4 muertos /año.
Por otra parte, el riesgo también lo podemos exponer como:
Riesgo = 1/500 años x 15/100 muertos x 1/120.000 = 2,5x10E-9 muertos/año/personas expuestas.
Debe considerarse que a menudo no hay la posibilidad de asociar un valor de probablidad a determinados fenómenos de peligro. Por ejemplo, es posible que no podamos conocer cuál es la probabilidad que se produzca un atentado en un punto concreto del territorio. También hay situaciones en las que la determinación de la vulnerabilidad no es posible por varios motivos. Por ejemplo, puede resultar difícil determinar cuál es la vulnerabilidad de la población ante los fenómenos de desprendimiento. En estos casos la determinación cuantitativa del riesgo no es posible.
Para aquellos casos donde la determinación cuantitativa del riesgo no es posible existe la posibilidad de realizar una determinación cualitativa. Esta no responderá a fórmulas numéricas exactas, pero debe mantener igualmente la representatividad de los resultados en el sentido de establecer una graduación del valor del riesgo. Habitualmente se determinan escalas cualitativas genéricas del riesgo (muy alto, alto, medio, bajo, muy bajo) o escalas numéricas aproximadas (de 0 a 1). El valor del riesgo se obtiene a partir de una matriz donde se representan el peligro y la vulnerabilidad determinados de forma cualitativa con los mismos conceptos que los usados para el riesgo. En este tipo de análisis de riesgo juega un papel muy destacable el análisis histórico, pues nos permite valorar cualitativamente a través de las emergencias ocurridas aquellos aspectos de vulnerabilidad y probabilidad que no se pueden determinar de forma exacta numéricamente.
Una forma intermedia es el análisis semi-cuantitativo, en el que se determinan las consecuencias de una serie de escenarios accidentales concretos. La selección de los escenarios se puede realizar de acuerdo a aspectos probabilísticos, es decir, considerar solamente aquellos escenarios que se consideren representativos o esperables. La determinación de las consecuencias puede ser en forma de zonas de afectación o de cálculo de las afectaciones en un ámbito concreto. Éste tipo de análisis recibe el nombre de método determinista o de cálculo de consecuencias.