Como afirma la Declaración de Río para el Medio Ambiente y el Desarrollo, «los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Todos tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la Naturaleza».

En efecto, tal como hemos visto a lo largo del módulo, la población-y, sobre todo, su crecimiento rápido-es el principal factor de degradación ambiental del planeta. La idea básica es que este impacto es mayor cuanto mayor es, también, la población: un mayor número de habitantes debe representar, al menos a priori, una mayor demanda de los recursos naturales-alimentarios, energéticos, etc., que el planeta debe suministrar para garantizar su nivel de calidad de vida.

 

Por este motivo, la mayor parte de los estudios sobre los impactos de la población mundial sobre el medio ambiente se centra únicamente en la cifra total de habitantes y su evolución con el paso del tiempo-el crecimiento. En este sentido, muchos autores ponen el grito de alarma al observar el ritmo de crecimiento de la población mundial, que ha elevado la cifra de habitantes del planeta hasta los casi siete mil millones actuales, la más elevada de la historia. Fruto de esta perspectiva, muchos autores apuestan por frenar el ritmo de crecimiento de la población mundial y, incluso, a defender el crecimiento cero.

Centrarse, pero, únicamente en el número de habitantes del planeta implica tener una visión parcial de la cuestión: a nivel regional, los países presentan tasas de crecimiento muy diferenciados, al mismo tiempo que la estructura sociodemográfica de población-representada en partir de sus pirámides de población-presenta grandes disparidades. El motivo principal de estas diferencias se debe a la etapa de la transición demográfica en que se encuentra cada uno de los países. Al mismo tiempo, una variable importante a tener en cuenta a la hora de medir el impacto ambiental de una población es su distribución territorial: de forma generalizada, los autores coinciden en considerar que la creciente urbanización del planeta es uno de los aspectos que mayor ha incidido en la degradación de las condiciones ambientales.

Para medir el impacto de la población en el medio ambiente, tradicionalmente se han definido una serie de indicadores. Sin embargo, los indicadores ambientales que contemplan la dimensión poblacional son, desde el punto de vista demográfico, poco satisfactorios. Nos referimos, básicamente, los indicadores relativos de Consumo o uso de bienes y servicios expresados per cápita, los que sólo controlan el efecto del tamaño de la población y no el resto de dimensiones demográficas. En principio, estos indicadores están diseñados para poder comparar la situación de dos poblaciones de tamaño diferente. Sin embargo, esta comparación siempre será imperfecta si no pueden controlar el efecto del resto de variables demográficas, especialmente la estructura por edad. En consecuencia, el avance en la incorporación de la perspectiva demográfica en los estudios ambientales requiere el desarrollo de las fuentes de datos estadísticos y las metodologías adecuadas para poder diseñar una nueva generación de indicadores más relevante desde el punto de vista demográfico. Desde el punto de vista de la demografía, una propuesta de indicadores de comportamiento ambiental de las poblaciones debería aproximarse a:

  • Indicadores específicos de comportamiento según los diferentes grupos de la estructura (o estructuras) escogida. De esta manera se podría observar la sensibilidad del fenómeno o proceso en cuestión a las variables demográficas, elemento imprescindible antes de proceder a una comparación sistemática de indicadores agregados de diferentes poblaciones.
  • Para determinar las diferencias agregadas entre poblaciones o territorios, indicadores globales que controlen las eventuales distorsiones que diferentes composiciones demográficas pueden introducir en las comparaciones entre poblaciones. La estandarización es el método que ofrece la demografía para permitir cumplir correctamente la función de los indicadores agregados.

Pero, a la hora de medir el impacto medioambiental de la población mundial a partir de sus demandas y necesidades de recursos ambientales y de las repercusiones de sus actividades económicas - a partir de su magnitud cuantitativa-, hay que tener en cuenta también un aspecto cualitativo, como es el de los patrones socioculturales en las pautas de consumo. Probablemente el objetivo a alcanzar, el desarrollo sostenible de la población mundial, no dependerá únicamente de la cifra final de habitantes, sino, y sobre todo, de la adopción de nuevas pautas de consumo responsable, que primen el uso de recursos endógenos, la búsqueda de nuevas formas de energía limpia y renovable, etc. Por este motivo, el contenido del presente módulo se complementará, necesariamente, con lo expuesto en el resto de módulos sobre el resto de aspectos del desarrollo sostenible.